Bible (2)

 

¿AMA USTED REALMENTE LA VERDAD?

 ¿AMA USTED REALMENTE LA VERDAD? 

Richard Hollerman

Puede que usted tenga poco interés en las cosas espirituales y que realmente nunca haya leído la Biblia en su vida. Sin embargo, aunque todavía no sea un cristiano, tal vez esté dispuesto a considerar el testimonio que dan las Sagradas Escrituras sobre Jesucristo, con honestidad y atención. Por otro lado, es posible que usted sea una persona que recientemente se ha vuelto al Señor y ahora se encuentra ansiosa de aprender Su voluntad para ponerla en práctica en su vida. O puede ser también que se sienta simplemente confundido con los diferentes cuerpos religiosos, doctrinas y creencias que existen en el mundo y se esté preguntando si es posible, en realidad, llegar a una verdad absoluta.

Quienquiera que sea usted, esperamos sinceramente que los pensamientos que siguen a continuación puedan motivarlo a dedicarse aún más diligentemente a conocer la verdad a través de la Palabra de Dios. Alguien dijo con razón: “El más grande amigo de la verdad es el Tiempo, su compañero constante es la Humildad y su más grande enemigo es el Prejuicio”. Dejemos de lado nuestros prejuicios, humillemos nuestros corazones y pasemos el tiempo necesario para buscar la verdad de Dios. ¡Lo invito a continuar leyendo, por amor a la Verdad!

Puesto que Dios es el Autor de la verdad, debemos buscar Su ayuda si queremos aprender algo sobre este precioso tesoro que escapa a nuestro entendimiento. Oremos pidiendo luz a Dios, con las palabras del salmista “Envía tu luz y tu verdad; que ellas me guíen… oh Señor, en tiempo propicio; oh Dios, en la grandeza de tu misericordia, respóndeme con tu verdad salvadora” (Salmos 43:3; 63:13). Si esta es su actitud de corazón, Dios estará complacido en responder su plegaria y lo guiará a la verdad que lo hará libre y lo preparará para Su gloriosa presencia.

LA VIDA EN UN MUNDO DE ENGAÑO

Es muy fácil darnos cuenta que con frecuencia nos engañan todos los días de nuestra vida. Piense en los anunciantes de publicidad. La gente compra cosas que no necesita porque ha sido persuadida por vendedores lisonjeros que describen productos tentadores exhibidos a color en una pantalla de televisión. Pero muy a menudo los anunciantes no están diciendo toda la verdad. Frecuentemente nos engañan de muchas otras maneras. Los medios de comunicación tienen mucha responsabilidad en esto. La televisión no es la única que engaña al individuo común, también lo engaña la radio, los videos, la cartelera, y las películas de cine. Otra fuente de engaño proviene de revistas populares, periódicos, programas de computadora y novelas. Gran cantidad de engaño viene al estudiante en las escuelas públicas en primaria y secundaria. Aún más mentiras y falsedades son vertidas en la mente del estudiante a través de la educación superior en instituciones y universidades. Ya sea en las disciplinas de sicología, sociología, filosofía, biología, química, geología, astronomía, literatura, y en cualquier otra docena de campos más, los estudiantes están siendo engañados en una vasta escala para que sus mentes se llenen con falsas teorías, valores distorsionados, conceptos pervertidos, relativismo moral y confusión religiosa.

El resultado de todos estos ataques en contra de la verdad es que la gente no sabe qué creer- y si no sabe qué creer, no sabe cómo vivir. Por lo tanto, la mayoría de la gente está viviendo sin criterios objetivos, totalmente inconscientes de que su Creador y Dios ya ha revelado cómo deben creer y cómo deben vivir. Podemos entender por qué Juan escribió: “Sabemos que somos de Dios, y que todo el mundo yace bajo el poder del maligno” (1 Juan 5:19). También podemos ver cuán cierto es que “todo el mundo” está controlado por el poder del engaño (Apocalipsis 12:9). Pablo habló del día cuando los hombres serían “calumniadores” (2 Timoteo 3:3). De hecho, quienes viven apartados de Cristo, están viviendo una “vida engañada” (Tito 3:3).

Aunque la mente de los no creyentes está llena de gran cantidad de engaño de todo tipo (como acabamos de ver), es importante que nos demos cuenta que también los religiosos, y la gente que va a la iglesia, profesando ser “cristianos” se encuentran, en general, grandemente engañados. La hipocresía misma se ha difundido, ¿y qué es la hipocresía, sino el engaño?—Decir que somos algo que en realidad no somos. Muchos de los que profesan ser cristianos han sido engañados con respecto a su propia salvación y su relación con Dios. La mayoría ha sido engañada acerca de la clase de estilo de vida que complace a Dios. Muchos han sido engañados con respecto a lo que Dios desea ver en Su pueblo hoy en día, cómo desea que se le adore y se le sirva, cómo debería ser el cuerpo de Cristo. Han distorsionado conceptos con respecto a qué hacer y qué no. Confundidos incluso sobre cómo debe ser vista la vida normal en Cristo, según es reflejada en la Biblia. Están confundidos incluso con respecto a un amplio conjunto de enseñanzas bíblicas. Debería quedar claro por lo tanto que aun ese segmento religioso de la sociedad ha sido grandemente engañado, pero tristemente no lo saben.

En medio de todo este engaño, ¿cuál es la respuesta? La respuesta es simple—¡LA VERDAD!   Sólo la verdad dispersará las mentiras, el engaño, los conceptos y prácticas falsas, y los puntos de vista mundanos que predominan en nuestra sociedad y en nuestro mundo. La verdad es la respuesta. Pero muy pocos están dispuestos a ver esta simple solución y muy pocos están dispuestos a buscar la verdad por ellos mismos. Ellos prefieren seguir la corriente, la cual los llevará, inexorablemente, a un mayor engaño. ¿Qué hay en cuanto a usted? ¿Es usted de los que mira el problema y está deseoso de ser libres de los confines del engaño? ¿Es usted de los que aman la verdad y la buscan con todo su corazón?  

¿BUSCAMOS REALMENTE LA VERDAD? 

            Antes de recibir este folleto, ¿se hubiera descrito a sí mismo como un “buscador” de la verdad? ¿Es la verdad algo que usted realmente quiere conocer más que cualquier otra cosa? Considere por un momento varias ilustraciones. Si usted notara un tumor creciendo en su cuerpo, y que continua creciendo firmemente, semana tras semana, ¿qué haría? ¿continuaría con su vida como si todo fuese normal? Si usted ignora la evidencia, podría más tarde morir de cáncer. La respuesta obvia es que usted consultaría a un médico, y buscaría toda la información que pudiera encontrar acerca de su condición física. Los ejemplos abundan a nuestro alrededor. Si un estudiante universitario, no tiene interés y no hace el esfuerzo de consultar el catálogo de su universidad, y determinar qué cursos se necesitan para su especialidad, puede que nunca se gradúe. O suponga que usted se encuentra en la ciudad de Lima y desea viajar a los Estados Unidos. ¿Tomaría usted un avión que va hacia el sur? ¡No! Si realmente quiere llegar a su destino, tomará un avión que va hacia el norte. Además, se aseguraría de informarse sobre la ciudad específica que desea visitar, seguramente examinaría un mapa confiable, o podría consultar con un amigo que ya haya hecho el viaje antes. Podemos ver que los hechos y la verdad son ingredientes importantes en nuestra vida diaria.

Podemos entender esto en el campo humano y terrenal, pero de alguna manera, mucha gente no sabe aplicarlo al aspecto espiritual de la vida. Sin embargo, la verdad espiritual es muchísimo más vital que la verdad terrenal. ¡Una de ellas tiene que ver con la eternidad y la otra está limitada por el tiempo! ¡Una se ocupa de lo invisible, y la otra solamente de lo visible! ¡Una trata con lo que perdurará para siempre y la otra con lo que un día morirá! Cuán importante es, por consiguiente, que busquemos la verdad espiritual. ¡Es el colmo de la necedad preocuparnos por esta vida que pronto pasará, y no preocuparnos por la verdad, que guiará a la vida eternal!

Si hasta ahora usted le ha dado poca consideración a la verdad de Dios, ¿no quisiera tomar algo de tiempo y examinar reflexivamente lo que acabamos de tratar? ¿Es  razonable que una persona tenga 12 ó 16 años de educación superior,  para que pueda encontrar un trabajo que durará de 40 a 45 años; pero que la misma persona no se esfuerce por descubrir la verdad espiritual, la cual determinará donde él o ella pasarán los próximos 1000 años, o un millón de años, o toda la eternidad? Tal vez usted pueda ver ahora, en cierto modo su necesidad de la verdad espiritual que lo motivará  a continuar leyendo este folleto.

UN ESPÍRITU DISPUESTO A APRENDER

El Señor se deleita en un espíritu rendido, abierto y dispuesto a aprender. Estas son unas de las cualidades más importantes que usted puede poseer. Si usted tiene esta actitud sincera y receptiva, Dios le enseñará más de lo que sabe ahora. Lo guiará de las tinieblas a la luz, de la ignorancia al conocimiento, del reino de la falsedad a nuevas perspectivas de la verdad. No sólo quedará libre del pecado, sino que también crecerá en la fe  y vendrá a ser útil al servicio del Señor.

Por otro lado, si usted no tiene este precioso espíritu dispuesto a aprender, y no está dispuesto a investigar y buscar entendimiento, quedará encerrado en su ignorancia y prejuicio. Si su corazón y mente están cerrados, la Palabra de Dios no podrá penetrar, y usted se quedará para siempre en su estado presente de inmadurez. Spencer observó: “Hay un principio que es a prueba de todo argumento, que siempre podrá mantener a un hombre en la ignorancia eterna. Ese principio es ‘condenar antes de investigar’. ¿Es usted una persona dispuesta a investigar?

Lo triste con respecto a tales mentes cerradas es que frecuentemente no están conscientes de su ignorancia espiritual. Tal como alguien remarcó: “No me confundas con hechos, mi mente está decidida”. Disraeli acertadamente indicó, “el estar consciente de que eres ignorante es un gran paso hacia el conocimiento”. Admitir la ignorancia no es necesariamente malo, lo malo es contentarse con tal ignorancia y no buscar la verdad. Debemos enfrentar honestamente nuestra falta de entendimiento y nuestra necesidad de aprender más claramente el camino de la verdad.

            Permítame enfatizar algo con mucho cuidado. La vida convencional, que consiste en trabajar, comer, y dormir, mezcladas con muchas actividades liberales de “diversión” y ver televisión, ¡nunca será suficiente! Es muy fácil para uno ir por la vida, contento con sus prejuicios, malentendidos, y estilo de vida, y no considerar las extensas áreas de verdad espiritual que aún quedan por examinar. Por favor, querido lector, no se permita a sí mismo caer en esta condición trágica, engañosa y sin esperanza.

LA PRIORIDAD DE LA VERDAD

POR ENCIMA DE TODO

Jesús declaró: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32), la verdad de la identidad de Cristo y la obra de salvación pueden en verdad hacernos libres del pecado (vv. 34, 36). Sin embargo, toda la verdad divina de Dios es vital para nuestra vida y bienestar. ¡Debemos comprender profunda y firmemente de que la verdad de Dios es nuestra más alta prioridad!

¿Considera usted que la Palabra de Dios es su más grande prioridad en la  vida? ¿Tiene usted la convicción sincera de que debe conocer la voluntad de Dios más que cualquier otra cosa? ¿Está usted convencido del hecho de que sólo quien conoce y hace “la voluntad de Dios” permanecerá “para siempre” (comparar 1 Juan 2:17), “entrará al reino de los cielos” (Mateo 7:21), y obtendrá “la promesa” dada por Dios? (Hebreos 10: 36). Si es así, usted debería poder ver la gran importancia que existe en buscar con seriedad la verdadera voluntad de Dios.

¿Cuán importante es la verdad de Dios para usted? Probablemente mucho más importante de lo que se imagina. Note que la verdad de Dios supera grandemente los siguientes elementos de la vida:

COMIDA           

¿Es usted un esclavo de su estomago? (Filipenses 3:19; Tito 1:12). Debería reconocer que la Palabra de Dios—y un estudio de esa Palabra—es mucho más importante que sus comidas diarias. Jesús dijo: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). La verdad de Dios es incluso más importante que la nutrición física. También Job reconoce esto y dice: “Del mandamiento de sus labios no me he apartado, he atesorado las palabras de su boca más que mi comida” (Job 23:12). Incluso Jesús reconoció que compartir la verdad de Dios fue más importante que la comida regular (cp. Marcos 3:20-21; 6:31; Juan 4:31-34). Entonces la pregunta es si usted toma tiempo, regularmente, para comer varias comidas al día, pero no puede dedicar un tiempo de calidad a la verdad de Dios. ¿Qué es más importante para su vida la comida física o la búsqueda de la divina Palabra de Dios? 

SUEÑO

¿Está usted dispuesto a no dormir para poder buscar la verdad de Dios y seguirla? ¿Está dispuesto a permanecer despierto hasta tarde o levantarse temprano para estudiar diligentemente la Palabra de Dios? ¿O mima su cuerpo mientras su espíritu se debilita? Pablo dijo que él pasó “muchas noches de desvelo” en su servicio al Señor (2 Corintios 11:27). El salmista dijo: “Mis ojos se anticipan a las vigilias de la noche para meditar en tu palabra” (Salmos 119:148) ¿Se ha dado cuenta que duerme más de lo necesario y ha tomado esto como disculpa para no estudiar la Palabra de Dios?

DINERO

Un incontable número de personas preferiría perseguir las riquezas antes que buscar el tesoro verdadero del reino (cp. Mateo 13:44-46). Sin embargo, el dinero causará trágicamente que la gente se arruine (1 Timoteo 6:9-10; Marcos 10:21-23). La Palabra de Dios es un campo de tesoros que contiene gemas de verdad de valor incalculable. David escribió que los mandamientos de Dios eran “más deseables que el oro, sí, mucho más que el oro fino” (Salmos 19:10; 119:72,127; Proverbios 8:10, 11, 19) ¿Permitirá usted que su prisa ansiosa por las riquezas le quite el deseo por la voluntad de Dios y su verdad?

POSESIONES 

            La mayoría de personas vive deseando “cosas”. Buscan “cosas”, piensan en las “cosas” y disfrutan las “cosas”. Buscan dinero (como vimos en el punto anterior) para acumular posesiones terrenales que no tienen ningún beneficio espiritual. De hecho, frecuentemente, las posesiones pueden alejarnos de nuestro interés en las cosas espirituales. Jesús dijo: “Estad atentos y guardaos de toda forma de avaricia; porque aun cuando alguien tenga abundancia, su vida no consiste en sus bienes” (Lucas 12:15) Él dijo: “las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas, y los deseos de las demás cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril” (Marcos 4:19). A las cosas Materiales, a las posesiones del mundo, se les ha dado prioridad sobre lo espiritual. Esta ha sido la triste experiencia de innumerables personas que han buscado la verdad. ¿Ha permitido usted que las posesiones terrenales (casas, muebles, tierras, jardines, autos, televisores, VHS, computadoras, ropas, juguetes, etc.) lo aparten de su devoción por la Palabra de Dios que da vida?

EMPLEO

Sabemos que nuestro trabajo u ocupación tienen un lugar apropiado que nos permite pagar nuestro sustento (1 Tesalonicenses 4:11-12),  pero ¿permitimos que nuestro trabajo se convierta en nuestro amo? Numerosas personas dedican mucho tiempo y energía a su trabajo, y dejan muy poco para buscar lo que tiene un valor todavía más grande: ¡la verdad de Dios! Están tan cansados después de un día de trabajo que comen y luego caen en la cama hasta el día siguiente. Jesús advierte que habrá algunos que se ocuparán de los asuntos domésticos y tendrán poco interés en el Reino de Dios (Lucas 14:18-20; vv. 15-24).

FAMILIA 

            Definitivamente el creyente debe amar, respetar, cuidar, y relacionarse con su esposa, esposo, padres, hijos, y otros dentro de la familia (cp. Efesios 5:22-6:4; 1 Timoteo 5:8). Sin embargo, el Señor Jesús debe ser primero incluso que estas relaciones. Él declaró que: “El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí” (Mateo 10:37; cp. Lucas 9:59-62; 14:26-27). Algunas veces el llamado de Cristo debe anteponerse a los miembros de nuestra familia, ya sea el esposo, la esposa, un hijo o un padre (Marcos 10:28-30; Mateo 12:46-50). ¿Está usted dispuesto a poner su devoción en la verdad, en el estudio de la Palabra de Dios, y en obedecer Su voluntad, antes y por encima de su esposa, su esposo, sus hijos, sus padres, o alguien más cercano a usted?

“COSAS BUENAS”

¿Cómo es posible que las cosas buenas de la vida puedan convertirse en enemigos de la verdad? Estas cosas pueden llenar nuestro tiempo y ocupar nuestra mente de tal forma que nos quede poco tiempo y motivación para buscar la verdad de Dios. Puede ser bueno cultivar un jardín para obtener comida nutritiva y mantenernos cerca de  la tierra, pero esto puede consumir tanto tiempo que simplemente ya no nos quede mucho tiempo para la actividad más importante que es aprender la Palabra de Dios. Puede que tengamos ganado en nuestra propiedad, pero esto también puede ocupar la mayor parte de nuestro tiempo y atención. El ejercicio físico tiene algo de beneficio, pero no se  puede comparar con la búsqueda espiritual en la vida (1 Timoteo 4:8). Viajar puede inspirarnos  y proveer un descanso en nuestra vida, pero esto también puede alejarnos del estudio de las Escrituras. Visitar a los amigos y seres queridos tiene un lugar correcto, pero esto también puede echar fuera de nuestra vida una búsqueda de la verdad.  Hay “cosas buenas” en la vida, pero estemos alerta de que no nos alejen de lo que es nuestra más grande prioridad. ¡“Lo bueno” puede convertirse en enemigo de “lo mejor”!

IGLESIA Y DENOMINACIÓN

Mucha gente llega por sí misma a alguna iglesia o afiliación denominacional. Sin embargo, la mayoría de las iglesias son en alguna medida, un obstáculo a la verdad más que una ayuda para encontrarla. Aunque en algunos cuerpos religiosos establecidos se enseña generalmente algunas porciones de verdad, la mayoría de ellos descuidan, pasan por alto, no creen, desobedecen, desvían, y no logran enseñar otros aspectos de la verdad. Algunas de las porciones menos populares de la Palabra de Dios son, ya sea, evitadas, mal explicadas o inclusive mal enseñadas. Ellos preferirían que usted no lea y no tome en cuenta ciertas enseñanzas de las Escrituras. Es como si los líderes religiosos tomaran, convenientemente sus “tijeras” espirituales, y cortaran aquellas enseñanzas de la Palabra de Dios que son impopulares, las cuales entran en conflicto con sus búsquedas carnales. Esto es lo que podemos esperar de los círculos religiosos hoy en día (cp. 2 Timoteo 4:2-4; Hechos 20:29-30; Mateo 7:21-23). Por esta razón, probablemente usted tendrá que abandonar el cuerpo comprometedor de su iglesia, en su deseo de buscar la voluntad de Dios. 

HERMANOS Y HERMANAS           

Pablo dijo que: “la casa de Dios” o lo que es lo mismo, “la iglesia del Dios vivo”, es en realidad “columna y sostén de la verdad” (1 Timoteo 3:15). Si usted ha nacido de nuevo, genuinamente, y tiene hermanos y hermanas en la familia de Dios, ellos deberían estar tan interesados en la verdad de Dios como usted. Sin embargo, del mismo modo en que el pecado puede seguir siendo un problema en el cuerpo de Cristo, la falta de deseo sincero y profundo por la verdad, también puede ser un problema. Cualquiera que sea la respuesta o falta de respuesta de otros, incluso si ellos son santos compañeros, muy queridos, aun así usted debe abrazar la verdad como su más grande deseo y estar dispuesto a creerla y obedecerla, sin importar las consecuencias.

En estas y otras áreas de la vida, debemos ver la verdad de Dios como lo más importante. La verdad de Dios es de más grande valor que la comida, el sueño, el dinero, las posesiones, el empleo, la familia, la iglesia, y también más importante que sus hermanos y hermanas en Cristo (si está en la familia de Dios). Usted debe velar por que esto sea el más alto valor en su vida, ahora y para siempre. Es de mayor importancia que cualquier otra cosa. Años atrás vi un cartel que decía algo así:

Sí, nuestro entendimiento, creencia y obediencia a la verdad, deben anteponerse a la paz (tanto a nivel personal como interpersonal) y a toda otra bendición legítima y valiosa de la vida. ¿Estaría usted dispuesto a seguir la verdad con todo su corazón?

EL ASOMBROSO RESULTADO DE LA VERDAD 

      Hemos estado hablando de establecer la verdad como prioridad sobre cualquier cosa en la vida. Pero ¿por qué es la verdad tan importante? Primero, preguntémonos de qué verdad estamos hablando. De hecho, todo lo que se ha escrito en la Biblia es verdad. El salmista escribió: “La suma de tu palabra es verdad” (Salmos 119:160). Jesús asimismo oró: “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Por lo tanto, la Palabra de Dios, en su totalidad, es verdad. Cuando buscamos la verdad, debemos estudiar toda la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis. Pablo dijo: “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16-17). Toda la Biblia es verdad y toda ella es fuente de verdad spiritual.

Pero, frecuentemente, las Escrituras se refieren a la verdad en una manera más específica. Jesús dijo, por ejemplo: “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8: 32). Aquí Jesús se está refiriendo evidentemente a la verdad de Su identidad y obra de salvación por nuestros pecados (cp. Juan 8:24,28,36). Pablo escribió a los lectores de Éfeso refiriéndose a ellos como los que habían escuchado “el mensaje de la verdad”, luego identificó a este mensaje como “el evangelio de vuestra salvación” (Efesios 1:13). Los colosenses asimismo habían oído “en la palabra de verdad, el evangelio [buenas nuevas] (Colosenses 1:5; comparar 2 Corintios 6:7). Por lo tanto, “la verdad”, algunas veces no se refiere exactamente a la totalidad de la Palabra de Dios, sino que a veces se refiere a un elemento de la Palabra que pertenece a las buenas nuevas de Jesucristo y a la salvación que Él ofrece.

¿Cuál es entonces el resultado de escuchar, creer, aceptar y obedecer la verdad? Esto es lo que hace a la verdad tan importante. Note varios de los resultados de la verdad o bendiciones relacionadas a ella.

    1. Libertad espiritual. En el pasaje citado arriba, Jesús dijo que “la verdad [nos] hará libres” (Juan 8:32) ¿Libres de qué? El pasaje continúa explicando en los siguientes versículos (vv. 34, 36), La verdad nos hará libres de la esclavitud del pecado. ¿Experimenta usted esta verdad espiritual?
    2. Salvación. Pablo escribe sobre algunos que “no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tesalonicenses 2:10). Sólo aquellos que tienen amor por la verdad y responden a ella, serán salvos del pecado. Pablo continua diciendo que sus lectores habían sido escogidos para “salvación mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad” (v 13). La fe en la verdad trae salvación del pecado, de la muerte, y de la ira de Dios (Ver también 1 Tesalonicenses: 1: 9, 10; 5:9).
    3. Purificación de nuestras almas. Pedro dice: “Puesto que en obediencia a la verdad habéis purificado vuestras almas para un amor sincero de hermanos” (1 Pedro 1:22). “Por causa del pecado, nuestras almas se han corrompido y están sucias” (Tito 1:5). A través de la verdad espiritual nuestras almas son purificadas o limpiadas por Dios. ¿Tiene usted esta pureza de alma?
    4. Nuevo nacimiento. Sabemos que uno nace espiritualmente por Dios (Juan 1:13) a través del Espíritu Santo (3:5). Pero también deberíamos saber que esto ocurre a través de la verdad de la Palabra de Dios (1 Pedro 1:23). Note que Santiago dice: “El nos hizo nacer por la palabra de verdad” (Santiago 1:18). Sabemos por supuesto que uno no puede entrar al reino de Dios a menos que nazca espiritualmente desde lo alto” (Juan 3:5).

 

  1.  Santidad. El Señor oró, “Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17). “Santificar” significa apartar del mundo y del pecado, para Dios y Sus caminos. Significa hacer santo. Ya que no podemos ver a Dios o estar con Él sin esta santidad (Hebreos 12:14), podemos entender cuán importante es buscar la verdad que la proveerá. ¿Ha sido usted hecho santo?¿Diría que es vital para usted encontrar la libertad espiritual del pecado y de la muerte? ¿Diría usted que es importante ser salvo de la culpa y condenación del pecado, y de la ira de Dios que esto merece? ¿Es imperativo que su alma esté limpia de la inmundicia del pecado? ¿Es crucial que usted nazca espiritualmente de Dios? ¿Diría usted que es indispensable ser apartado y crecer en santidad? Estas son sólo unas cuantas de las muchas bendiciones que vienen a nosotros a través de la verdad de Dios (Romanos 2:8).¿EXISTEN ENEMIGOS DE LA VERDAD?Puesto que la fuente de la verdad es Dios, podemos estar seguros que el enemigo de Dios, Satanás, hará todo lo que pueda para apartarnos de la verdad y hacernos permanecer en pecado, error y engaño. Si es absolutamente esencial que usted crea, sepa, y obedezca la verdad, debería estar muy interesado en conocer cuáles son los enemigos de la verdad. Note alguno de ellos:

La indiferencia. Puesto que debemos tener amor por la verdad para ser salvos (2 Tesalonicenses 2:10), podemos ver que es mortal tener una actitud indiferente, fría, y descuidada hacia la verdad. Examine honestamente en su corazón y pregúntese si tiene un amor sincero por la verdad de Dios—o si ha permitido que este enemigo lo venza.(2) Pecaminosidad. Pablo escribió de aquellos que: “no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tesalonicenses 2:12). Es de esperarse que la gente reaccionará contra la verdad si ésta afecta su estilo de vida de pecado. De hecho, si hay pecado específico en su vida, puede haber en usted una tendencia que lo haga reaccionar contra esa parte de la Palabra de Dios que condena su pecado particular.(3) Tradiciones religiosas. Las Escrituras dicen que no debemos prestar “atención” a “mandamientos de hombres que se apartan de la verdad” (Tito 1:14). Jesús también advirtió a los fariseos acerca de Su Día: “Dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres… Astutamente violáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición… invalidando así la palabra de Dios por vuestra tradición, la cual habéis transmitido” (Marcos 7: 8, 9, 13). Hay muchos que preferirán aferrarse a sus tradiciones religiosas, que les han sido enseñadas por sus iglesias y denominaciones antes que someterse a las enseñanzas que leen en la Palabra de Dios. ¿Lo mantienen cautivo alguna de estas tradiciones religiosas impuestas por el ser humano?(4) Enseñanza falsa. Algunas veces las personas prefieren escuchar y leer enseñanzas religiosas falsas antes que exponerse a la verdad seria e imperecedera de Dios. Pablo dice que llegará un tiempo en que las personas no soportarán la sana doctrina” sino que “apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán a mitos” (2 Timoteo 4:3-4). La Biblia es bastante clara en que algunos son despojados de la verdad (1 Timoteo 6:5) y se oponen a la verdad (2 Timoteo 3:6). Algunos pastores, predicadores, evangelistas y maestros pueden crear falsedades tan atrayentes, que todo deseo serio por la verdad, es apagado y eliminado. ¿Ha sido usted engañado de esta manera? 

(5) Paz en las familias. Muchas personas preferirán echar la verdad a un lado antes de arriesgarse a causar un conflicto y división en su familia. Se ha observado debidamente que “la verdad divide”. Jesús advirtió que así sucedería: “y los enemigos del hombre serán los de su misma casa” (Mateo 10:36). “¿Pensáis que vine a dar paz en la tierra? No, os digo, sino más bien división” (Lucas 12:51; cp. vv. 52, 53). “Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo.” (Marcos 13:12). Puede que una esposa no abrace la verdad por temor de que su esposo se disguste, o inclusive se divorcie de ella. Puede que un esposo no acepte la verdad por temor a que su esposa lo deje o lo ridiculice. Un hijo o una hija puede rehusar volverse a la verdad de Cristo porque sus padres lo prohíben. Lamentablemente, muchas personas quieren paz a cualquier costo, aun cuando tenga que sacrificar la verdad. ¿Aceptará usted la verdad a pesar de las consecuencias?

(6) Prejuicio. Muchas personas simplemente se sienten establecidas y cómodas en donde están espiritualmente. Puede que no tengan convicciones religiosas y tengan prejuicios en contra de aquellos que consideran “fanáticos religiosos” y “reaccionarios de derecha”, o que hayan sido criados en un cuerpo religioso particular y asumen que las creencias de los demás están erradas. Algunas personas temen examinar la verdad porque han sido advertidos por pastores que ciertas enseñanzas o prácticas son “sectarias” o “fundamentalistas” por naturaleza. A causa de sus prejuicios en contra de cualquier cosa opuesta a lo que siempre han creído, simplemente descartan o algunas veces reaccionan fuertemente en contra de aquello que podría cuestionar sus creencias o prácticas. Esta es una manera común y conveniente, pero completamente insensata de evitar la verdad.

(7) Complacencia. Simplemente existe mucha indiferencia religiosa hoy en día. Muchas personas no se interesan en lo absoluto en revisar la verdad y preguntar si lo que creen y hacen es correcto a los ojos de Dios. Simplemente no les interesa examinar la evidencia y descubrir la verdad. No son como los de Berea (Hechos 17:11). La mayoría de personas se conforma y se siente satisfecha consigo misma, no se preocupa en revisar la veracidad de lo que les ha sido enseñado y de lo que creen. Esperamos que este folleto estimulará a estas personas a buscar verdaderamente y descubrir la verdad de Dios.

(8) Orgullo. El orgullo es, sin duda, el principal enemigo de la verdad. Una persona humilde se regocijara en la verdad y tendrá la mejor disposición de recibirla, pero una persona orgullosa se rehusará a admitir un error o la posibilidad de estar en error. Los enemigos de Esteban no pudieron responder a sus argumentos; en lugar de aceptar la verdad que el proclamaba, escogieron eliminarlo (Hechos 6:9-15; 7:51-60). Una persona orgullosa irá tan lejos que incluso llegará a pensar que ya tiene la verdad de todo, así no necesitará examinar nada más. ¡Qué proceder tan ciego! “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes” (1 Pedro 5:5). “Es abominación al Señor todo el que es altivo de corazón” (Proverbios 16:5).

(9) Renuencia a sufrir rechazo. Es cierto que pocos estarán dispuestos a aceptar la verdad, la mayoría estará contenta donde se encuentra. Y ya que la mayoría no aceptará la verdad, los que sí la crean y vivan por ella, inevitablemente enfrentarán calumnias, sufrimiento y rechazo a causa de su aceptación de la verdad. Sin embargo, pocos estarán dispuestos a resistir el rechazo de amigos, familia, y compañeros de trabajo, a causa de la verdad (Mateo 5:10-12; Lucas 6:22; Juan 15:18-20). Jesús dijo: “Bienaventurados sois cuando los hombres os aborrecen, cuando os apartan de sí, os colman de insultos y desechan vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre” (Lucas 6:22). ¿Está usted dispuesto a tener amistad con Dios aun cuando esto signifique dejar de lado la amistad de otros?

(10) Denominaciones Religiosas e Iglesias. ¿Cómo podrían los cuerpos religiosos ser un obstáculo a la verdad? Algunos pueden afirmar: “De seguro los grupos religiosos quieren promover la verdad. Están enseñando la Biblia. Ellos no pueden ser considerados enemigos de la verdad”. Por más extraño que esto pueda parecer, los grupos religiosos guían a mucha gente lejos de la verdad de Dios, de una u otra manera. Es interesante cómo algunas congregaciones locales y sectas, inclusive tienen la palabra “verdad” o “verdadero” como parte de su nombre official:

  • “Iglesia de la Verdad”.
  • “Cristianos Espirituales Verdaderos”.
  • “Iglesia Pentecostal de la Comunión Verdadera de Estados Unidos”.
  • “Iglesia de la Luz Verdadera de Cristo”.
  • “Iglesia de la Luz Verdadera de Cristo del Dios Viviente”.
  • “La Verdad para el día de hoy”.

Pero con todas sus pretensiones y creencias religiosas, debemos decir con tristeza, que la mayoría de iglesias, sectas, denominaciones, cultos, y organizaciones religiosas usualmente, abrazan y enseñan cosas seriamente falsas. Jesús advirtió: “Toda planta que mi Padre celestial no haya plantado, será desarraigada. Dejadlos; son ciegos, guías de ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, ambos caerán en el hoyo” (Mateo 15:13-14). Las iglesias podrían estar enseñando el error junto con la verdad.

Podemos ver que los enemigos de la verdad están a nuestro alrededor. Donde sea que voltee, habrán influencias que lo alejen de la verdad de la Palabra de Dios y  hagan que esté contento con su status quo. En ambos lados, habrán presiones para reaccionar y creer lo que su pastor, ministro, maestro, obispo, sacerdote, o algún “tele-evangelista” bien conocido, pueda decir. Se sentirá tentado a poner su confianza en un libro de reglas, un catecismo, una confesión de fe, o una disciplina, más que buscar la verdad en la Palabra de Dios misma. Se sentirá tentado a tomar la posición de los medios de comunicación que advierten en contra de “ir muy lejos” en la religión, y ser cuidadoso de caer en una “secta religiosa” o “grupo extremista”. ¿Sucumbirá usted ante alguno de estos “enemigos” de su alma, los cuales impedirán su búsqueda seria de la verdad de Dios en las Escrituras, aun cuando estos parezcan “buenos”?

BUSCANDO LA VERDAD EN LAS ESCRITURAS 

Podemos sentirnos animados en nuestra búsqueda por la verdad si miramos varios ejemplos de buscadores de la verdad en las Escrituras, que han tenido la misma actitud. Veamos algunos. Piense primero en María de Betania. Las Escrituras dicen que María estaba “sentada a los pies del Señor” y “escuchaba su palabra”, cuando Jesús la visitó un día (Lucas 10:39). Jesús estuvo sumamente complacido con su espíritu atento, receptivo, y dispuesto a aprender, y remarcó: “María ha escogido la parte buena, la cual no le será quitada” (v. 42). Su devoción hacia el Señor la guió a aferrarse a cada palabra que Él habló.

El relato de la difusión de las buenas nuevas de Cristo ofrece muchos ejemplos de personas que estuvieron ansiosas por aprender la verdad. El etíope ciertamente mostró tal actitud. Cuando Felipe lo encontró junto al camino, él estaba viajando en su carro y leyendo en voz alta las Escrituras (Hechos 8:28-29). Esto en sí mismo, indica su hambre por aprender. -¿Ha tratado alguna vez de leer por un tiempo prolongado en un camino accidentado? -Felipe preguntó: “¿Entiendes lo que lees?”. Muchas personas podrían ofenderse con tal pregunta, pero el lector respondió: “¿Cómo podré, a menos que alguien me guíe?” (v. 31). Luego invitó a Felipe a sentarse con él, y preguntó acerca del pasaje que estaba leyendo. Esto le dio a Felipe la oportunidad de hablar de Jesús. Inmediatamente, el viajero respondió en fe y fue bautizado (vv. 32-39). Note que el etíope no reaccionó en contra de la enseñanza, no rechazó al maestro, ni rehúso ser bautizado. Él ciertamente, tenía un espíritu receptive.

Otro incidente interesante es la conversión de Cornelio en Cesárea (Hechos 10:11). Un ángel se le apareció a este hombre devoto mientras estaba orando, diciéndole que debía enviar por Pedro a Jope, lo cual hizo inmediatamente. Cuando Pedro llego 7 días después, Cornelio estaba esperándolo, junto con sus parientes y amigos cercanos (v. 24). El dijo: “todos nosotros estamos aquí presentes delante de Dios, para oír todo lo que el Señor te ha mandado” (v. 33). ¡Qué hermoso ejemplo de corazones abiertos, hambrientos por escuchar la Palabra de Dios a través de Pedro!, el mismo mensaje por el cual podrían ser salvos del pecado (11:14). Con tal actitud de humildad y receptividad, no es sorprendente descubrir que respondieron al mensaje de verdad y así fueron salvos por Dios.

Podemos ver otro ejemplo significativo de corazón abierto a la Palabra (Hechos 13). Pablo tuvo la oportunidad de predicar que Jesús era el Mesías, en la sinagoga de Antioquia de Pisidia. Después del mensaje, Pablo y Bernabé salieron del lugar donde se reunían y “la gente siguió suplicando que estas cosas les sean habladas en el siguiente día de reposo”. Cuando el día llego “casi toda la ciudad se reunió para oír la palabra del Señor” (vv. 42, 44). Hubo dos respuestas a la palabra ese día (vv. 45, 48). Un grupo respondió positivamente, mientras que el otro lo hizo negativamente. La verdad de Dios tuvo efectos opuestos en los dos grupos.

Un nuevo ejemplo de alguien que tuvo un espíritu dispuesto a aprender se encuentra en Hechos 16:13-15. En un día de reposo (Sabbath), Pablo y sus compañeros fueron a un lado del río y encontraron a un grupo de mujeres que se había reunido para adorar a Dios, entre ellas estaba Lidia. Hechos narra que ella “estaba escuchando” y que “el Señor abrió su corazón para que recibiera lo que Pablo decía” (v. 14). No hubo contradicción, oposición, argumentación, o conflicto. Ella no rechazó el mensaje de Pablo, ni abandonó la reunión airadamente. En lugar de esto, ella recibió la verdad abiertamente, fue bautizada de inmediato, y abrió su casa ansiosamente para que los predicadores se alojaran en ella (vv. 15,40).

Mientras Pablo continuaba en su segundo viaje importante, llegó a Tesalónica donde predicó a los que estaban reunidos en la sinagoga (Hechos 17:1-4). Lucas simplemente dice que “algunos de ellos creyeron” (v. 4), pero Pablo mismo se refiere a la recepción que esos creyentes le dieron a su mensaje: “cuando recibisteis de nosotros la palabra del mensaje de Dios, la aceptasteis no como la palabra de hombres, sino como lo que realmente es, la palabra de Dios, la cual también hace su obra en vosotros los que creéis” (1 Tesalonicenses 2:13). Ellos respondieron abierta y positivamente a las palabras de Pablo, reconociendo que el traía el mensaje de Dios.

Un nuevo ejemplo que citaremos es el de la gente de Berea, como está registrado en Hechos 17. Después que Pablo, Silas y Timoteo dejaron Tesalónica, viajaron a la ciudad de Berea, donde visitaron la sinagoga, como era su costumbre. Luego Lucas dice que los de Berea respondieron a la Palabra: “Estos eran más nobles que los de Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando diariamente las Escrituras, para ver si estas cosas eran así” (v. 11). Note como ellos respondieron a la Palabra: (1) La recibieron con “gran ansia” ¿Tenemos esta clase de anhelo ardiente por conocer la verdad de Dios? (2) Estuvieron “examinando” las Escrituras. Este termino, anakrinontes, proviene del griego anakrino, el cual era usado comúnmente para una investigación judicial. Ellos estaban “buscando” o haciendo una “averiguación” de la veracidad del mensaje de Pablo, comparándolo con las Escrituras. (3) Su estudio de las Escrituras era una actividad diaria. Con este deseo serio de aprender la Palabra de Dios, no es sorprendente que muchos de ellos creyeran el mensaje (v. 12).

Consideremos también la actitud hacia la verdad manifestada por aquellos que ya eran salvos. Durante los tiempos apostólicos, cuando los cristianos se reunían corporativamente, como un cuerpo, había un énfasis decidido sobre la edificación y la enseñanza. Por ejemplo, Pablo dijo en la reunión tratada en 1 Corintios 14, “que todo se haga para edificación” (v 26). Esto significa que ellos fueron a “edificar” a los santos o a conducir las reuniones para que los creyentes pudieran experimentar crecimiento espiritual. La verdad espiritual fue el medio de este crecimiento en la fe. Dios quiere que usted se encuentre en Su familia que se basa en la verdad—el cuerpo de creyentes que son “columna y sostén de la verdad” (1 Timoteo 3:15).

Uno de los registros más claros de la disponibilidad de una comunidad de creyentes hacia la Palabra se puede ver en Hechos 20:7. Pablo estuvo visitando a los santos en Troas, cuando todos se reunieron para partir el pan el primer día de la semana. El pasaje dice que “Pablo les hablaba… y prolongó su discurso hasta la medianoche”. No sabemos cuánto duró la reunión, ni cuánto habló Pablo, ya que la hora en que la reunión empezó no se precisa. Sin embargo, podemos estar seguros que Pablo no dio un “pequeño sermón” de 20 minutos, como es popular en algunos círculos hoy en día. Lo que es agradable con respecto a este incidente es que estos hermanos deben haber tenido una vehemencia por aprender, especialmente de este apóstol amado. En contraste con varios “servicios” denominacionales que duran 1 hora (exactamente), he sabido de otros que continúan por dos, tres, o inclusive cuatro horas, porque la gente tiene deseos de aprender.

El Señor Jesús quiere que Su cuerpo esté compuesto de creyentes que han sido purificados “en obediencia a la verdad” (1 Pedro 1:22), que “maneja[n] con precisión la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15), que “conocen la verdad” (2 Juan 1), y están “andando en la verdad” (2 Juan 4). Él quiere que esta comunidad de verdad crea y siga Su verdad conforme esta llegue a ellos. Podemos ilustrarlo de esta manera:

VERDAD

Así, este enfoque en la verdad no es sólo individual, sino también corporativo. Esta devoción por la verdad bíblica es propósito establecido y compromiso serio de los creyentes. Además, cuando uno de ellos “se extravía de la verdad” (Santiago 5:19), los fieles deben acercársele en amor,  para hacer que el extraviado “pecador” abandone el “error de su camino”, y rescatar “su alma de la muerte”  (v. 20; 2 Timoteo 2:24-26). Podemos ver, por lo tanto, que los miembros del cuerpo de Cristo se mantienen relacionados unos con otros, mientras permanecen relacionados a la verdad salvadora que Dios ha revelado a través de Su Palabra.

ABIERTO AL CONSEJO 

Un deseo sincero por la verdad se manifiesta en la vida de diferentes formas. Una manera, a menudo descuidada, es la de consejería personal o exhortación. Un hermano o hermana en la fe que tiene un espíritu dispuesto a aprender y que anhela la verdad, estará abierto al consejo de un miembro-creyente. No tendrá una actitud de sabelotodo y cerrada, sino que se dará cuenta que puede fácilmente errar en muchas maneras, de modo que necesita piedad, consejo bíblico e instrucción (Lo mismo sucederá con la persona sincera que busca la verdad y que no es verdaderamente salva. Dicha persona estará abierta a la instrucción de un cristiano). Proverbios tiene mucho que decir sobre la sabiduría de recibir consejo de otros:

  • “El camino del necio es recto a sus propios ojos, mas el que escucha consejos es sabio” (Proverbios 12:15).
  • “El que tiene en poco la disciplina se desprecia a sí mismo, mas el que escucha las reprensiones adquiere entendimiento” (Proverbios 15:32).
  • “Por senda de vida va el que guarda la instrucción, mas el que abandona la reprensión se extravía” (Proverbios 10:17).

¿Tiene usted una actitud defensiva, negativa, cuando alguien se le acerca con consejo de las Escrituras, con respecto a algo que cree, hace o que falla al hacer? Note las dos respuestas distintas que se pueden dar al consejo y que se encuentran en Proverbios 9:8-9.

La primera respuesta es de una persona que no ama la verdad, mientras que la segunda es de una persona que sí ama la verdad. El amante de la verdad se dará cuenta que puede volverse más sabio, más conocedor, más piadoso, más agradable a Dios, además él “ama” a la persona que lo encamina a la verdad. Tenga por seguro que muchas veces el que ofrece consejo puede estar equivocado. Quizá dicha persona no tenga todos los hechos que se necesitan para ofrecer consejo sabio. Puede que necesite crecer en su propio entendimiento de la Palabra de Dios. Esto muestra que el que ofrece consejo debe hacerlo con cautela, gentileza, paciencia y sabiduría, porque él mismo puede estar equivocado. Pero la persona que recibe consejo amará tanto la verdad que estará dispuesta a considerar, evaluar y orar, reflexivamente con respecto a lo que otro pueda traer a su atención.

Uno de los mejores ejemplos del consejo recibido y aceptado se encuentra en Hechos 18:24-26. Aquí leemos del único incidente con respecto a Apolos. Note lo que las Escrituras dicen con respecto a este hombre: (1) Él era “hombre elocuente” (v. 24). (2) El era “poderoso en las Escrituras” (v. 24). (3) Él había sido “instruido en el camino del Señor” (v. 25). (4) Él tenía “espíritu fervoroso” (v. 25). (5) El “hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor” (v. 25). Pero Lucas dice que algo le faltaba: “sólo conocía el bautismo de Juan” (v. 25). Había una falla seria en la vida y enseñanza de este hombre conocedor y capaz. Él no conocía el verdadero bautismo.

Puesto que Apolos era un hombre tan extraordinario, ¿estaría abierto a la verdad? ¿Se humillaría a sí mismo para aprender de otros? o ¿rechazaría la exhortación y permanecería en la ignorancia con respecto a este asunto crucial del bautismo? Existen muchos predicadores, pastores, y maestros hoy en día, que parecen estar absolutamente cerrados a aprender algo más acerca del bautismo en Cristo. Ellos asumen que ya saben la verdad, de modo que están cerrados a una nueva instrucción. Piensan que su confesión de fe, disciplina de iglesia, catecismo, criterios denominacionales, o líderes religiosos, tienen la última palabra sobre el tema. Pero, en verdad, tal vez hayan malentendido por completo la enseñanza bíblica sobre quién debe ser bautizado, qué acto constituye realmente el bautismo en Cristo, o el significado y propósito del bautismo, cerrando sus ojos, oídos y corazones, a un mayor aprendizaje de la verdad sobre el bautismo y muchos otros temas en las Escrituras (cp. Mateo 13:14-15; Lucas 9:44). Ellos permanecen en su ceguera spiritual.

Note lo que Lucas dice después de describir la habilidad y carácter de Apolos. Cuando este predicador comenzó a “hablar con denuedo en la sinagoga”, Priscila y Aquila lo escucharon. Ellos detectaron una deficiencia en su entendimiento y una falta de verdad en su mensaje. Luego el registro dice  que “lo llevaron aparte y le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios(Hechos 18:26). Apolos amaba la verdad. Él tenía un espíritu dispuesto a aprender, por lo que fue receptivo a la corrección bíblica. Se humilló a sí mismo ante la verdad que le brindaron, y por consiguiente su vida cambió. Él siguió avanzando hasta volverse un obrero efectivo, cabal, activo en el Reino de Dios. Pero este no habría sido el resultado si hubiera rehusado orgullosamente la corrección, y no hubiera estado dispuesto a sopesar la verdad que Aquila y Priscila compartieron con él.

No todos están dispuestos a aceptar consejo de otros. No todos están abiertos a la verdad como lo estuvo Apolos. Quizás el ejemplo más triste que muestra el rechazo al se encuentre en el primer capítulo de Proverbios (vv. 24-31). Aquí la “Sabiduría” de Dios esta personificada y clama:

Porque he llamado y habéis rehusado oír,

he extendido mi mano y nadie ha hecho caso;

habéis desatendido todo consejo mío,

y no habéis deseado mi reprensión;

también yo me reiré de vuestra calamidad,

me burlaré cuando sobrevenga lo que teméis,

cuando venga como tormenta lo que teméis,

y vuestra calamidad sobrevenga como torbellino,

cuando vengan sobre vosotros tribulación y angustia.

Entonces me invocarán, pero no responderé;

me buscarán con diligencia, pero no me hallarán;

porque odiaron el conocimiento,

y no escogieron el temor del Señor,

ni quisieron aceptar mi consejo,

y despreciaron toda mi reprensión;

comerán del fruto de su conducta,

y de sus propias artimañas se hartarán. 

Aquí vemos el final trágico de alguien que se aparta del consejo y rechaza la sabiduría de Dios. Dios no tolerará para siempre a alguien que endurece su corazón y lo rechaza a Él y Su santa Palabra. En nuestro estudio, esto seguramente estaría cubierto bajo el título de la verdad de Dios. Si uno rechaza esta verdad por mucho tiempo, puede que nunca sea capaz de arrepentirse verdaderamente y aceptarla en el futuro. Puede no haber convicción y oportunidades futuras. ¡Qué vital es por lo tanto que respondamos a la verdad mientras tenemos la oportunidad y mientras nuestros corazones estén receptivos! ¡Qué importante es permanecer abiertos al consejo, al rechazo, a la amonestación, a la exhortación, y a la advertencia de otra persona que comparta con nosotros la verdad y nos muestre “el camino de Dios más acertadamente”!

AMOR POR LA VERDAD 

Si un hombre ama a su esposa, estará dispuesto a sacrificar su propia comodidad por ella. Si una madre ama a su hijo, estará dispuesta a sacrificarse por su pequeño. Además, si usted obedece el mandamiento más grande que dice “amaras al Señor tu Dios con todo tu CORAZÓN, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza” (Marcos 12:29-30), estará dispuesto a sacrificar todo lo que es, y todo lo que tiene por Dios.

Además, no podemos separar a Dios de Su Palabra. De hecho, Su Palabra es una revelación de Él mismo. Su Palabra es una expresión de Su carácter y naturaleza, Sus planes y deseos, Su voluntad y caminos. Cuando leemos la Palabra de Dios, tenemos una percepción clara de cómo piensa Dios y de lo que quiere. Las Escrituras han sido llamadas “trascripción” del mismo carácter de Dios. Esto es cierto, especialmente cuando las leemos más ampliamente, desde el principio hasta el fin. Ya que Dios mismo se reveló progresivamente a través de los siglos, y se manifestó completamente en Su hijo Jesucristo.

Por lo tanto, no podemos separar a Dios de Su Palabra. Si amamos a Dios con todo nuestro ser, amaremos la expresión de Sí mismo en Su Palabra. Por causa de nuestro amor hacia Él, que es verdad personal, amaremos aquello que Él ha revelado—la verdad proposicional. Además, no se trata de hablar de hechos fríos y abstractos. Si bien numerosos hechos están presentes en las Escrituras, hay mucho más que eso. La Palabra de Dios es una comunicación entre Su alma y nuestra alma que lo ama, y la revelación de Su voluntad a aquellos que Él ama y que lo aman a Él.

Si Juan ama a María, aun estando separado de ella por cientos de millas, se puede suponer que se comunicará por cartas. Él escribirá de sí mismo, sus planes, lo que le gusta, lo que le desagrada, y su afecto por ella. Suponga que él visita a su amada después de tres meses y descubre un montón de cartas sin abrir en su casa. Ella le explica que sí lo ama realmente, pero que no está interesada en sus cartas. ¡Sabemos que eso sería absurdo! Si María ama realmente a Juan, esperaría ansiosamente sus cartas, las abriría y leería con anhelo. Las leería una y otra vez. Repasaría sus palabras en su mente, y se encontraría a sí misma meditando en el contenido de su correspondencia. ¿Por qué? Porque ama a Juan. Así mismo, si amamos verdaderamente a Dios, amaremos Su Palabra escrita. Si amamos al Dios de la verdad, estaremos muy interesados en saber cual es esa verdad. Amaremos no sólo a Dios, sino también a Su Verdad, ya que no podemos separar a Dios de Su Voluntad.

Hablemos de esto por un momento. Dios es un Dios de Verdad. De Él se dice “Al que es verdadero” (1 Juan 5:20; Romanos 3:4), siendo así “es imposible que Dios mienta” (Hebreos 6:18; Tito 1:2). El Señor Jesucristo “lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14; cf. v 17), y Él declaró “Yo soy… la verdad” (Juan 14:6), Pablo añade “la verdad que hay en Jesús” (Efesios 4:21). Además, el Espíritu Santo es llamado “el Espíritu de verdad” (Juan 14:17; 15:26; 16:13). Incluso Juan dice “el Espíritu es la verdad” (1 Juan 5:6). En resumen, podemos decir:

  • Dios es verdad
  • Cristo es verdad
  • El Espíritu Santo es verdadPero la verdad no nos haría ningún bien, a menos que sea revelada. Por lo tanto, Dios reveló Su Palabra como la Palabra de verdad (Juan 17:17). Cristo vino a “dar testimonio de la verdad” (Juan 18:37), y el Espíritu Santo fue enviado para “guiar” a los apóstoles “a toda verdad” (Juan 16:13; cp. 2 Pedro 1:20, 21). La única conclusión a la que podemos llegar es que aquel que ama a Dios el Padre, al Señor Jesucristo y al Espíritu Santo, tendrá en verdad un amor ferviente por la Palabra de Dios y por las Escrituras. Aquél que ama la “Palabra” personal de Dios (Juan 1:1,14) amará la Palabra escrita de Dios. Aquél que ama la “Verdad” personal de Dios, amará la verdad escrita de Dios. Expresémonos de esta manera: El amor a Dios es igual al amor por Su Palabra. Aquel que ama a Dios amará Su mente, corazón, planes, y Palabra revelada.             Debería quedar claro que debemos amar, desear y anhelar la Palabra de Dios. Note cómo éste amor por la Palabra de Dios es revelado de varias maneras. Pedro dice que debemos desear como “niños recién nacidos”, “la leche pura de la palabra, para que por ella crezc[amos] para salvación” (1 Pedro 2:2). El término “desear” proviene del griego epipotheo, y significa “desear grandemente” (W.E. Vine). Si estuviéramos negando el alimento a un bebé, él nos haría saber qué quiere. De hecho, el infante necesita leche para su propia alimentación y crecimiento. De la misma manera, nosotros debemos tener un deseo profundo por conocer la verdad de la Palabra de Dios.             Quizá la descripción más intensa de amor por la Palabra de Dios se encuentre en el Salmo 119. Quien haya escrito esta porción de las Escrituras, tenia hambre de Dios y Su Palabra expresada en docenas de versículos. Aquí tenemos una muestra:
  • “Me he gozado en el camino de tus testimonios, más que en todas las riquezas” (v.14).
  • “Quebrantada está mi alma anhelando tus ordenanzas en todo tiempo” (v. 20).
  • “Y me deleitaré en tus mandamientos, los cuáles amo” (v. 47).

“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca” (v. 103).

“Por tanto, amo tus mandamientos más que el oro, sí, más que el oro fino” (v. 127).

“Abrí mi boca y suspiré, porque anhelaba tus mandamientos” (v. 131).

Versículos como estos podrían multiplicarse (lea por favor el Salmo completo). Si el escritor pudo tener esta clase de amor, hambre, sed y anhelo por la Ley de Dios (los primeros cinco libros del Antiguo Testamento), ¿no deberíamos tener un amor, hambre, sed, y anhelo similares o aún más grandes por la revelación total de Dios? (Génesis hasta Apocalipsis). Si el salmista pudo amar la revelación de la Ley de Dios, ¿no deberíamos tener un amor aun más grande por Su revelación de amor y gracia en el evangelio de Jesucristo? (Juan 1:17)

¿Tenemos una actitud hacia la verdad como la tuvo el salmista? ¿Tenemos hambre y sed por la verdad? ¿Deseamos leer, estudiar, entender, meditar, y caminar en la Palabra de Dios? Stopford Brooke escribió, “Así tuviéramos que derribar mil creencias antiguas en nuestra marcha por conseguir la verdad, no debemos detener nuestra marcha”. ¿Es tal búsqueda la pasión que nos consume en la vida?

LOS QUE AMAN LA VERDAD

 

            ¿Ha oído hablar de Demetrio? Juan escribe acerca de él y dice que este hermano en el Señor había recibido un buen “testimonio” de todos. Además de esto, recibió testimonio “de la verdad misma” (3 Juan 12). La verdad testificó del carácter e interés de Demetrio en la verdad. La verdad fue importante para Demetrio y para Juan también. De hecho, Juan enfatiza el valor de esta verdad: Los creyentes son aquellos que “conocen la verdad” (2 Juan 1), y quienes están “caminando en la verdad” persistentemente  (2 Juan 4; 3 Juan 3, 4). Ellos deberían “amar en verdad” y ser “cooperadores de la verdad” (3 Juan 1:8). ¿Es usted uno de los que valora la verdad de Dios de esta manera?

 

Aunque una búsqueda honesta de la verdad, es poco común en la tierra (tanto en nuestros días como en el pasado), hay quienes sí buscan la verdad con todo su corazón, en varios lugares. Dios recompensará a estas personas de corazón dispuesto. ¿Cómo? Con más verdad. Si ellos están dispuestos a dejar de lado la falsedad, mentiras, conceptos erróneos, incredulidad y errores de su pasado, el Señor los guiará a Su verdad. Alguien ha remarcado que “la luz aceptada trae luz, la luz rechazada trae oscuridad”. Si alguien rechaza la luz de la verdad, recibirá oscuridad más falsedades, incluyendo falsedad religiosa (cp. 2 Tesalonicenses 2:10-12). Por otro lado, si alguien recibe la luz de la verdad y camina en ella, Dios le revelará aún más luz para creer y obedecer. Jesús dijo: “Si alguien quiere hacer su voluntad, sabrá si mi enseñanza es de Dios o si hablo de mí mismo” (Juan 7:17). Jesús declaró:

 

 “Y este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, pues sus acciones eran malas. Porque todo el que hace lo malo odia la luz, y no viene a la luz para que sus acciones no sean expuestas. Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios” (Juan 3:19-21).

 

La búsqueda de la verdad no es fácil, porque requiere que uno deje puntos de vista, prácticas, creencias, doctrinas cómodas pero falsas, e incluso el estilo de vida del pasado. Puede demandar sacrificios grandes y extensos de todo lo que tenemos. Esto puede incluir la pérdida de tiempo, dinero, sueño, amigos, trabajo, familia, salud, casa, aceptación, seguridad, y todos sus sueños terrenales. Jesús, por supuesto, nos advirtió sobre esto: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará”. (Marcos 8:34, 35; cp. Mateo 5:10-12; 10:16-32; Lucas 6:22, 23). Ninguno puede ser seguidor de Jesucristo si no está dispuesto a sufrir por Su amor (Filipenses 1:29; 2 Timoteo 3:12) y nadie puede ser Su seguidor, sin la disposición de creer y seguir Su verdad (Juan 8:12; 12:35-36).

 

AMANTES DE LA VERDAD HOY EN DÍA

 

            Si bien la búsqueda de la verdad es poco común, existen personas cuyos corazones han sido tocados por “el Espíritu de verdad” (Juan 14:17), y han aceptado la “palabra de verdad” (Efesios 1:13). Ellos han tenido un sincero “amor por la verdad para ser salvos” (2 Tesalonicenses 2:10). Considere por favor los varios ejemplos a continuación (los nombres han sido cambiados):

 

(a) Juan era un ministro en una iglesia denominacional, estaba confrontado con la verdad que nunca había visto o estudiado antes. “Como podría estar equivocada mi comunión conservadora”, razonaba. “Seguramente los líderes han estudiado esto antes y tienen las respuestas”. Tristemente, descubrió que las autoridades de la iglesia no estaban dispuestas a considerar las enseñanzas Bíblicas, y en lugar de eso, la rechazaban por completo. Con atención seria y cuidadosa para investigar, Juan y su esposa, Susana, leyeron tan plena y cuidadosamente como era posible. Investigaron, examinaron e inquirieron tan ampliamente como pudieron. Posteriormente llegaron a ver la verdad y se sometieron a ella como nunca antes. Aunque rechazados por su iglesia, esta pareja se regocijó en la verdad que Dios les había revelado.

 

(b) Aunque había crecido en una religión tradicional bien conocida, y se consideraba un miembro de la verdadera iglesia de Cristo, Diana empezó a estudiar la Biblia, para ver por sí misma. Asombrosamente descubrió que en su cuerpo religioso había bastantes doctrinas falsas. Luego esta joven creyó que era “nacida de nuevo” e ingresó a una iglesia evangélica. Con el pasar de los años, Diana continuó estando abierta a las Escrituras y Dios le reveló cada vez más. Posteriormente, tuvo que enfrentar la verdad que casi había pasado por alto en el pasado—la verdad sobre la conversión, el camino estrecho que Cristo trae, el engaño del mundo, y el bautismo en Cristo. Con profundo arrepentimiento, esta joven creyó y obedeció a la verdad—y fue así perdonada por su bondadoso Salvador. La continua búsqueda de la verdad contenida en las Escrituras, ha sido un tema dominante en su vida a lo largo de los años.

 

(c) La búsqueda de una pareja por la verdad, los llevó de una denominación litúrgica tradicional a una iglesia más evangélica, especializada en salvación (a su entender), pero con poco énfasis sobre la santidad. Roberto y Juana no podían estar contentos con este mensaje parcial. Buscando respuestas, vinieron a ser parte de un grupo que enfatizaba la santidad junto con la tradición religiosa. Una vez más, supieron que esta no era la respuesta, así que continuaron buscando otros aspectos de la verdad. Posteriormente, la verdad de la conversión–salvación se volvió clara para ellos, y se rindieron gozosamente al Señor en lo que Él les había revelado. Se mantuvieron en la verdad con deseo diligente y permanente bienestar.

 

(d) Esteban fue un joven con educación religiosa que despertó a la Palabra de Dios cuando era un adolescente. El sabía que sólo la verdad de la Palabra de Dios podría hacerlo libre del pecado, aún más, él sabía que un vasto número de miembros estaban engañados religiosamente, dentro de denominaciones religiosas. Dios le reveló más y más mientras continuaba su estudio diligente, hasta que posteriormente, terminó alejándose de la iglesia de su familia y ancestros, entrando a un cuerpo más bíblicamente fundamentado. El Señor continuó mostrándole más y más, a medida que Esteban se consagraba a estudios profundos y acompañados de oración. Después de unos años, se dio cuenta que tempranamente se había sometido a un evangelio parcial, el cual estaba desviado del evangelio de la pura gracia en la persona de Cristo crucificado. A través de este procedimiento, el joven se volvió a la verdad, y vino a conocer a Dios  a través de Cristo. Su tema, desde ese entonces, ha sido el estudio y la comunicación de la verdad, para que otros puedan creer y obedecer.

 

(e) Por algunos años Miguel había sido pastor de una iglesia devota y conservadora, de una denominación bien conocida. La vida iba bien para este joven ministro, pero una cosa parecía destruir la armonía de su propia vida: ¡Estaba abierto a la verdad! A través de una cadena única de eventos, él fue desafiado a examinar cercanamente sus creencias y prácticas. Esto es lo que él determinó hacer. Estudió las Escrituras. Investigó la historia. Buscó ayuda de “expertos” y líderes. Estas respuestas sólo sirvieron para mostrarle la verdad y revelar la falsedad de su práctica religiosa anterior. Miguel se sometió a la verdad que había aprendido y esto lo llevó a sufrir rechazo y ostracismo. Esta es la consecuencia que los buscadores de la verdad deben aceptar frecuentemente si escogen recibir y hablar la verdad que Dios les muestra.

 

(f) Miriam había buscado la voluntad de Dios y también había hecho grandes cambios en su vida a medida que Dios se lo revelaba. Aunque había sido criada en una casa religiosa y conservadora, simplemente había pasado por alto muchas expresiones prácticas de la voluntad de Dios en su vida personal, tanto en su rol de esposa como de madre. Las Escrituras se convirtieron en su compañía diaria, a medida que buscaba un entendimiento de la verdad práctica. No sólo hizo grandes alteraciones en su estilo de vida, Miriam también descubrió una verdad más básica de lo que tempranamente imaginó—su propia necesidad por una relación con Dios a través de una fe y bautismo bíblicos. Ella continúa manteniendo esta prioridad estudiando la Palabra y comunicando a otros la verdad que Dios le va mostrando.

 

Estos ejemplos son poco comunes. Como hemos señalado, mucha gente se conforma con seguir viviendo como siempre, en engaño, tradición y falsos caminos. Pero estas personas han estado dispuestas a pensar, escuchar, leer, estudiar, preguntar, examinar, comprobar las cosas, para llegar a la verdad. Han estado dispuestos a estudiar la Biblia, comparar traducciones, revisar los idiomas originales, consultar diccionarios y estudios de palabras, y otras obras de referencia. Han escrito cartas, han hecho llamadas telefónicas, han investigado en la biblioteca, han preguntado a las autoridades de su iglesia, han leído estudios basados en la historia, han estado abiertos a la corrección, y han rehusado aceptar excusas pobres o argumentos de la tradición. Ellos se acercaron a la Palabra con gran respeto, oraron diligentemente pidiendo luz al Señor,  y cuando ésta luz les fue dada, estuvieron dispuestos a caminar en ella. Estuvieron dispuestos a tomar las Escrituras seriamente, creer en lo que habían descubierto, y a obedecer aquello de lo cual finalmente se convencieron.

 

En un mundo de confusión religiosa, diversidad teológica, tradición eclesiástica, y engaño desenfrenado debemos, algunas veces, llegar a cierto punto para encontrar la verdad que yace abierta en las páginas de las Escrituras. Las palabras de Dios a Israel durante el Exilio, son aplicables hoy en día para aquellos que están perdidos en el engaño confuso de la religión: “Me buscaréis y me encontraréis, cuando me busquéis de todo corazón” (Jeremías 29:13). ¿Está dispuesto a ser uno de los POCOS que voluntariamente se dedican a una búsqueda por la verdad—una búsqueda diligente que requerirá de todo su corazón?

Aunque los buscadores de la verdad son escasos, se pueden encontrar esparcidos a lo largo de la tierra. Jesús dijo:

Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la puerta y amplia es la senda que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. Porque estrecha es la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13,14).

El Señor dice en este pasaje que “muchos” entrarán por la puerta “ancha” y caminarán por la “amplia” senda que “lleva a la perdición”. Por otro lado, “pocos” entrarán por la puerta “estrecha” y caminarán por la senda “angosta” que “lleva a la vida”. Mientras relacionamos esto con nuestra presente discusión, sabemos que el camino espacioso es el camino de la falsedad- incluyendo falsas enseñanzas y prácticas religiosas. (cp. Mateo 7:15-23). El camino angosto es el camino de la verdad- la verdad salvadora de Dios que nos guía a la vida eterna. ¿Por cuál puerta entrará, por cuál senda irá, qué destino escoge usted?

 

LA VERDAD DE DIOS

ACERCA DE ENSEÑANZAS VITALES

 

            Hasta ahora hemos estado hablando en términos generales. La verdad es importante, pero esta verdad pertenece a una amplia variedad de enseñanzas en las Escrituras. ¿Cuáles son algunas de estas áreas vitales de la verdad que a veces son violadas o torcidas en nuestros días? Note a continuación, debajo de cada tópico, varias categorías de verdad, con ciertas desviaciones:

 

  • Dios el Padre
    • Jesús es realmente Dios el Padre.
    • Nosotros los humanos podemos convertirnos en Dios.
    • Dios es un Padre para nosotros, pero no un Juez.

 

  • El Señor Jesucristo

 

  • Jesús fue sólo un ser humano.
  • Jesús no fue el hijo de Dios.
  • Jesús no sufrió por nuestros pecados.
  • Jesús no resucitó corporalmente de la muerte.
  • Jesús sólo tiene amor pero no tiene ira.
  • Jesús debe ser nuestro Salvador pero no necesariamente nuestro Señor.
  • El Espíritu Santo

 

  • El Espíritu no es personal.
  • El Espíritu no mora en los creyentes.
  • El Espíritu es virtualmente un autor retirado.
  • Salvación

 

  • El hombre puede lograr su propia salvación.
  • Las obras humanas son la base de nuestra relación con Dios.
  • La salvación es de Dios, separada de la iniciativa humana.
  • La fe puede tener falta de contenido bíblico y aun así salvar.
  • La fe no necesita estar confiada en Jesús ni en su muerte salvadora.
  • El arrepentimiento de pecados no es necesario para el perdón.
  • El bautismo no tiene lugar en nuestra respuesta de fe.
  • El bautismo salva a los bebes pequeños.
  • El bautismo no es para el perdón de pecados.
  • Uno está seguro incondicionalmente a pesar del pecado.
  • Hay varias formas de salvación.
  • Dios acepta a la gente “incondicionalmente”.
  • Enseñanzas varias

 

  • No necesitamos obedecer a Jesús para ser salvos.
  • Dios no está preocupado por la organización exacta de la congregación.
  • Cualquier “iglesia denominacional” es aceptable a Dios.
  • Podemos adorar a Dios de la manera que escojamos.
  • Podemos tener compañerismo espiritual con cualquiera.
  • El retiro de la comunión con el pecado es opcional.
  • Dios no juzgará a los fornicadores ni adúlteros.
  • Debemos usar nombres humanos y denominacionales.
  • A Dios no le importa si vivimos en una manera mundana.
  • Dios no esta preocupado por la clase de educación que nuestros hijos reciben.
  • Podemos servir a Dios como queramos.
  • A Dios no le importa si no vivimos en absoluta santidad y pureza.Obviamente, podríamos continuar con esta lista. Por cada enseñanza verdadera hay probablemente numerosas enseñanzas falsas. Esto nos muestra la extrema importancia de buscar la verdad de Dios con respecto a estos y otros asuntos, de la fuente de toda verdad—las “Sagradas Escrituras” (Juan 16:13; 17:17). Deje que esto lo motive no sólo a buscar la “verdad” en general, sino la verdad divina en todos los temas – especialmente aquella relacionada directa e inmediatamente a su salvación del pecado y la aceptación de Dios a través de Cristo. UNA REACCIÓN EN CONTRA DE LA VERDAD            Puesto que Dios “desea que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4), podemos ver por qué Satanás hará todo lo que esté al alcance de su poder para oponerse al deseo de Dios. El diablo “no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él”. (Juan 8:44), así, él busca arrastrar a la gente lejos de la verdad de Dios, para que no sean salvos del pecado ni del juicio. Él “vela” la verdad del evangelio y “ciega” el entendimiento de quienes no creen para que no reciban la verdad (2 Corintios 4:3-4). Su deseo ardiente es mantener a una vasta mayoría de gente en engaño espiritual y lejos de la verdad salvadora de Dios. Podemos comunicar la palabra de Cristo con osadía (Efesios 6:19, 20), y claramente (Colosenses 4:4), pero muchos están espiritualmente tan cegados que no pueden o no ven la verdad que yace delante de ellos.            He visto esto ilustrado en muchas ocasiones. El Señor me ha dado el privilegio de distribuir decenas de miles de tratados y folletos por años, en persona y a través del correo, pero sólo un poco de los receptores responden de manera positiva. He compartido la verdad sobre muchos temas con numerosas personas, sin embargo la mayoría, no ha estado interesada o sus mentes están tan engañadas con falsas enseñanzas que siguen su camino sin abrazar la verdad.             Por ejemplo, he proclamado la palabra de Cristo a personas en conferencias carismáticas de “prosperidad”, pero he quedado consternado con la reacción negativa que se levantó en contra de la proclamación de la verdad. Cegados por sus líderes engañosos, parecían estar insensibles al poder de convicción del Espíritu a través de “la manifestación de la verdad” (2 Corintios 4:2; 2 Pedro 2:2-3; Mateo 5:14). En convenciones de los Testigos de Jehová, he quedado asombrado con la frialdad y dureza de los corazones de estos devotos, mientras buscaba compartir la literatura bíblica y públicamente proclamar la palabra de verdad (2 Timoteo 4:3-5). Si bien, raramente he visto la cantidad de sospecha y odio por la verdad como se manifiesta en estos grupos, otras personas en reuniones religiosas tienen la misma oposición a la verdad, en un grado u otro. Hoy en día el pueblo de Dios deberá enfrentar la misma oposición que encontraron Pablo, Bernabé y otros, en el primer siglo (Hechos 13:45), a medida que van compartiendo el mensaje de la verdad a aquellos que están en error espiritual.Una de las circunstancias interesantes pero frustrantes, de la que frecuentemente me he dado cuenta, es que hay gente religiosa y conservadora que aparenta tener un interés en las cosas espirituales y afirma estar abiertas a la verdad, pero que realmente tienen los ojos cegados y no pueden recibir más luz. Ellos profesan conocer a Dios (Tito 1:16), afirman que quieren conocer la voluntad de Dios (Mateo 23:29-33), y enfatizan su devoción por la palabra de Dios (Romanos 2:17-20), pero parecen tener poco interés en leer, estudiar, buscar, y examinar más, para determinar si lo que creen y practican es realmente verdadero y bíblico (Hechos 28:24-27). Aunque sostienen que aman la verdad, están más adheridos a sus confesiones de fe, tradiciones eclesiásticas, y líderes religiosos, que una devoción de todo corazón a la verdad objetiva de Dios. Un amor serio y deseo por la verdad de Dios es poco común, pero es un rasgo vital en aquel que complace a Dios.Debemos decir algo con respecto a los grandes obstáculos que existen en contra de la verdad hoy en día, y en todas las edades. Nos referimos a la tendencia de apoyarse en los sentimientos subjetivos, opiniones, ideas, impresiones y experiencias propias. Este enfoque puede ser examinado en varias maneras:
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  • “Siento que a Dios no le importaría si hago esto”.
  • “El Señor me dijo que enviara $100 al programa de televisión del Hermano Joe”.
  • “El Espíritu me guió a convertirme en un miembro de la Iglesia Episcopal de San Santiago”.
  • “Dios me dijo que bautizara a mi bebe”.
  • “Me sentí guiado a votar por el Dr. Smith para ser el próximo Obispo y Director Denominacional”.
  • “El Espíritu me movió a unirme a la Infantería de la Marina”.
  • “No me importa lo que Pablo diga. Yo sé lo que he experimentado”.
  • “Dios dijo que regresemos a la Iglesia Metodista”.
  • “Sé lo que la Biblia dice, pero Dios me dio otro esposo”.
  • “Sí, sé lo que la gran comisión de Cristo dice, pero Jesús me salvó en una cruzada evangélica”.
  • “Usted no puede cuestionar eso porque yo sé lo que he experimentado”.La razón por la cual este enfoque subjetivo es tan peligroso, es que la gente está dispuesta a aceptar sus propias intenciones interiores, pensamientos y deseos, por encima de la misma Palabra de Dios. Están dispuestas a poner estos sentimientos e ideas subjetivas a un nivel más alto que la verdad objetiva de las Escrituras. De algún modo, se convencen a sí mismos que Dios está hablando a sus espíritus y diciéndoles que no hagan o que hagan algo—sin importarles lo que Dios ya les ha revelado acerca de Su voluntad en la Biblia. ¡Qué engañosa condición! ¡Qué terriblemente peligrosa! Una y otra vez Dios nos advierte en las Escrituras, que no debemos apoyarnos en lo que está dentro de nosotros:

 

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  • “El que confía en su propio corazón es un necio” (Proverbios 28:26).
  • Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento” (Proverbios 3:5).
  • “no depende del hombre su camino, ni de quien anda el dirigir sus pasos” (Jeremías 10:23).
  • “…un pueblo rebelde, que anda por el camino que no es bueno, en pos de sus pensamientos” (Isaías 65:2).
  • “¿Qué hay en los corazones de los profetas que profetizan la mentira, de los profetas que proclaman el engaño de su corazón…” (Jeremías 23:26).            Puesto que el corazón puede ser engañado de tal modo (Jeremías 17:9), y estamos advertidos de no engañarnos a nosotros mismos (1 Corintios 3:18), no debemos fiarnos de nuestros corazones, mentes, o espíritus para que nos guíen como es debido. Por el contrario, debemos poner toda nuestra confianza en la ya revelada, confirmada y establecida Palabra Escrita de Dios. Sabemos que la revelación de la verdad comunicada a nosotros por Cristo, Sus apóstoles y profetas, es absolutamente verdadera (cp. Juan 12:48; 16:13; 17:8; 19:35; 1 Corintios 14:37; Efesios 2:20; 3:3-5). Por lo tanto, debemos estar dispuestos a juzgar todas nuestras experiencias, pensamientos e impresiones, basándonos en la verdad escrita de la Biblia. Jesús dijo: “El que me rechaza y no recibe mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ésa lo juzgará en el día final” (Juan 12:48). La verdad objetiva es nuestra única norma.             Aun entre los que responden a Cristo Jesús y Sus buenas nuevas para salvación, existe la necesidad de ser vigilantes constantemente para que no se alejen de la verdad que han aceptado. Satanás nunca se rinde en sus intentos de ganar gente para su reino de tinieblas, para que lo sigan a él en vez de Cristo Jesús (1 Timoteo 5:15). ¿Es esto realmente una amenaza? Ciertamente lo es. Lo he observado en numerosas ocasiones. Pablo escribe sobre ciertos hombres que “se apartan de la verdad” (Tito 1:14), Santiago dice que un hermano puede “extraviarse de la verdad” (Santiago 5:19). El escritor de Hebreos dice que debemos estar alerta de no pecar deliberadamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, y así ser juzgados por Dios (Hebreos 10:26). Mientras algunos erróneamente niegan, que una persona realmente salvada puede perderse, este escritor señala que esas personas pecadoras y sin arrepentimiento recibirán el juicio (vv. 27,30), fuego (v. 27), castigo (v. 29), y venganza (v. 30) de Dios.             Sí, un incrédulo puede reaccionar contra la verdad de Dios, que le es comunicada afectuosamente. Y el creyente que ha aceptado la verdad de Dios puede más tarde apartarse de ésta hacia el pecado y a falsas enseñanzas. Determinemos no caer en ninguna de estas trampas “para que Satanás no tome ventaja sobre nosotros, pues no ignoramos sus ardides” (2 Corintios 2:11).

 

¿Cuál es la solución para esta trágica condición de alguien que conoce la verdad y la justicia y luego se aleja de ella? (2 Pedro 2:20-22). El siervo del Señor debe alcanzar a esa gente “corrigiendo tiernamente a los que se oponen” (2 Timoteo 2:24, 25). ¿Por qué? Pablo responde: “por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad, y volviendo en sí, escapen del lazo del diablo, habiendo estado cautivos de él para hacer su voluntad” (vv. 25-26). Santiago añade que si alguien alcanza a un hermano o hermana que se ha extraviado de la verdad y “le hace volver”, “salvará su alma de la muerte” (Santiago 5:19,20; cp. Gálatas 6:1; Judas 22-23). Aunque muchos de los que son arrastrados al error y a la maldad estarán perdidos para siempre, los cristianos deben buscar traerlos de vuelta a la verdad de la cual se apartaron.

 

NUESTRA RESPUESTA A LA VERDAD

 

Hemos aprendido mucho sobre la verdad y cuánto deberíamos amarla. Acabamos de mencionar varios ejemplos de los que están dispuestos a buscar y aceptar la verdad con respecto a la salvación misma, u otros elementos del camino de Dios. ¿Cómo debería manifestarse nuestro amor por la verdad? Observe las siguientes sugerencias:

 

Primero, deberíamos tener un profundo respeto por la Palabra de Dios. El Señor Dios dijo: “a éste miraré: al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante mi palabra” (Isaías 66: 2). Es verdad que las Escrituras han sido escritas con palabras de hombres, pero esta no es la figura completa. La Biblia también constituye la Palabra de Dios (cp. 1 Tesalonicenses 2:13). ¿Se aproxima usted a la Biblia con profunda reverencia, respeto y aun temor? Estas no son palabras meramente humanas—sino el mensaje de Dios Todopoderoso. No debemos cuestionarlas, ni negarlas. No debemos distorsionarlas ni “torcerlas” (cp. 2 Pedro 3:16). Estas son palabras que la gente enfrentará en el Juicio (Juan 12:48).

 

Segundo, deberíamos acercarnos a la Palabra con total honestidad y sinceridad. Tal vez recuerde la parábola de Jesús sobre el sembrador y los cuatro tipos de tierra. Nuestro Señor dice del último tipo de tierra: “Pero la semilla en la tierra buena, éstos son los que han oído la palabra con corazón recto y bueno, y la retienen, y dan fruto con su perseverancia” (Lucas 8:15). El “corazón recto y bueno” no rechazará ni torcerá el mensaje, sino que responderá positivamente a la Palabra, con resultados fructíferos. ¿Viene usted a las Escrituras para leerlas y estudiarlas con honestidad sincera—estando dispuesto a ver la verdad que lee y responder a ella?

 

Tercero, deberíamos venir a la Palabra de Dios con humildad. La persona orgullosa pensará que sabe todo lo que necesita saber. Pensará que es autosuficiente. Sin embargo, Santiago dice: “recibid con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas” (Santiago 1:21). La persona humilde reconocerá su propio conocimiento limitado y que las Escrituras son la fuente de toda la verdad espiritual que necesita. Se humillará a sí mismo delante de la verdad donde quiera que esta se encuentre, se trate de lo que se trate y sin importar quién la traiga. ¿Está dispuesto a humillarse ante la voluntad de Dios revelada en la Biblia?

 

Cuarto, debemos acercarnos a la Palabra con fe. Una cosa es leer una verdad en las páginas de la Biblia y otra es estar dispuesto, realmente, a poner su fe absoluta en la verdad que Dios revela. Es “la fe en la verdad” (2 Tesalonicenses 2:13) lo que es necesario para la salvación, no simplemente un reconocimiento de algún hecho que está relatado en la Biblia. ¿Ve usted a las Escrituras como un libro destinado a producir fe  y destinado a ser aceptado por fe?

 

Quinto, debemos buscar la verdad de Dios con oración ferviente y sincera. Empezamos este folleto manifestando que necesitamos la ayuda de Dios para entender Su Palabra (2 Timoteo 2:7). Recibimos esta ayuda divina e iluminación espiritual a través de la oración (cp. Salmos 119:18). Fue cuando Cornelio estaba orando en su casa que Dios lo guió a enviar por Pedro para comunicarle la verdad (Hechos 10:30-32; 11:14). Pablo pasó tres días orando y ayunando, antes que Dios le enviara a Ananías a decirle la verdad sobre qué hacer (cp. Hechos 9:6,9,11). Oremos por sabiduría (Santiago 1:5), conocimiento (Colosenses 1:9), y discernimiento (Filipenses 1:9-10), mientras buscamos la verdad de Dios.

 

Por último, debemos venir a la Palabra con la intención de obedecer lo que descubramos. Santiago escribe: “Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos” (Santiago 1:22). Jesús también dijo que el “hombre prudente” es aquel que “oye” las palabras de Cristo y “la pone en práctica” (Mateo 7:24-27). No basta con simplemente oír o leer las Escrituras. Debemos ir más allá de esta exposición a una obediencia efectiva. La fe en la verdad debe ser manifestada en obediencia a la verdad. La obediencia es ampliamente pasada por alto en nuestros días, pero es extremadamente importante (Lucas 6:46; Juan 14:15,21-24). Debemos aplicar lo que aprendemos. ¿Lee usted la Biblia por el simple hecho de leerla? o ¿realmente obedece la verdad práctica que descubre?

 

Dios nos dice cómo quiere que cada uno de nosotros responda a la verdad que Él nos ha comunicado a través de las Escrituras. Dios dice que debemos…

 

  • Buscar la verdad (Proverbios 2:1-6).
  • Amar la verdad (2 Tesalonicenses 2:10).
  • Creer la verdad (2 Tesalonicenses 2:12, 13).
  • Conocer la verdad (1 Timoteo 2:4; 4:3; 2 Juan 1).
  • Obedecer la verdad (1 Pedro 1:22).
  • Caminar en la verdad (2 Juan 4; 3 Juan 3,4).
  • Adorar en verdad (Juan 4:23-24).
  • Amar en verdad (1 Juan 3:18; 2 Juan 1; 3 Juan 1).
  • Hablar la verdad (Efesios 4:15; Gálatas 4:16).
  • Proclamar a Cristo en verdad (Filipenses 1:18).
  • Enseñar con la verdad (Mateo 22:16).
  • Regocijarse con la verdad (1 Corintios 13:6).
  • Meditar en la verdad (Filipenses 4:8).
  • Practicar la verdad (1 Juan 1:6).
  • Estar armado con la verdad (Efesios 6:14).
  • Estar establecido en la verdad (2 Pedro 1:12).
  • Usar bien la palabra de verdad (2 Timoteo 2:15).Luego de haber leído estas directivas, ¿cómo podría alguien dudar que la verdad es extremadamente importante para Dios y absolutamente esencial para nuestra vida y salvación? Alguien ha dicho cuál debería ser nuestra respuesta a la verdad:De la ociosidad que se aparta de verdades nuevas,De la arrogancia que piensa que conoce toda la verdad A RECIBIR LA VERDAD?Hemos cubierto mucho terreno, pero todo esto debería guiarnos a una pregunta fundamental. ¿Tiene USTED un espíritu receptivo a la verdad de Dios? Si es así, la riqueza de la Palabra de Dios está disponible para usted. Dios le mostrará “maravillas” de Su Palabra, que nunca ha visto antes (Salmos 119:18). Verdades asombrosas se abrirán delante de usted si empieza a leer, estudiar y meditar sobre Su Palabra. Él le dará oportunidades amplias para creer y obedecer la verdad que Él revela a su corazón. Recibir la Palabra de Dios y descubrir Su voluntad es emocionante. Confiar en Sus promesas de verdad y regocijarse en ellas son bendiciones incomparables. Para aclarar todo este asunto importante en su propia mente, hágase estas preguntas y contéstelas con honestidad:
  • ¿ESTÁ USTED DISPUESTO
  • OH Dios de verdad, líbranos.
  • De la indolencia que se conforma con medias verdades
  1. ¿Considera usted que el oír, leer, estudiar, y aprender la Palabra de Dios es su más alta prioridad?
  2. ¿Asigna usted horarios regulares para leer y estudiar las Escrituras, y es este tiempo suficiente para aprender realmente la verdad y la voluntad de Dios?
  3. ¿Ora usted a Dios por iluminación, sabiduría, y entendimiento de la voluntad de Dios—reconociendo su gran necesidad de Él, el Dios de verdad?
  4. ¿Ya tomó el primer paso en su vida espiritual al responder a las buenas nuevas del Señor Jesucristo para salvación, a través del arrepentimiento del pecado y fe en Cristo, expresado en el acto del bautismo?
  5. ¿Encuentra usted que las Escrituras son reconfortantes, interesantes, alentadoras, estimulantes, desafiantes, y edificantes; o encuentra muchas partes secas y aburridas?
  6. ¿Le es grato el consejo bíblico de otros hermanos y hermanas, o le incomoda que otras personas traten de instruirlo o aconsejarlo?
  7. ¿Tiene usted un amor sincero por la verdad, aun si esto significa que debe cambiar su modo de pensar y comportarse, o prefiere aferrarse a convicciones y acciones pasadas aun cuando estas son cuestionables y claramente erróneas?
  8. ¿Esta usted dispuesto a aceptar la verdad sobre un asunto dado, aun si este es diferente de las creencias de su familia, amigos, o comunidad?
  9. ¿Tiende usted a pensar que las palabras de las Escrituras son simplemente ideas y opiniones humanas, o tiene en cuenta que ellas representan la mente y voluntad de Dios?
  10. ¿Es usted totalomente honesto consigo mismo, con otros, y especialmente con Dios, en su respuesta a la Palabra, o permite que deseos ocultos y sentimientos negativos influyan en su respuesta?
  11. ¿Se alegra usted cuando aprende la verdad sobre un asunto dado, pero no tiene la intención de aplicarla de una manera práctica en su vida?
  12. ¿Es usted serio en querer ser un miembro de un cuerpo de creyentes que se han vuelto al Señor Jesucristo para ser perdonados tal como las Escrituras lo revelan? ¿Está determinado a estar con hermanos y hermanas que creen, aman, y obedecen la verdad de Dios, y la tienen como su más alta prioridad en la vida?            Hay pocas cosas en la vida tan edificantes y gozosas como ver a un creyente recién nacido y comenzando a crecer inmediatamente. Es una emoción observar a una persona continuar madurando en la fe, deseando aprender, conformando su vida a Jesús, caminando en la verdad, buscando nueva luz, abierto a la corrección, y sensible a la palabra de instrucción. El creyente aprovechará cada oportunidad para aprender: Reuniéndose regularmente con los santos, en pequeños estudios en hogares, ocupándose en discusiones personales, leyendo libros y folletos bíblicos apropiados, tal vez escuchando las Escrituras y enseñanzas en cassettes y usando cualquier otro medio disponible para crecer en la fe.             Que cada uno de nosotros busque verdaderamente ser una persona que tiene un espíritu abierto y dispuesto a aprender. Apliquémonos diligentemente al entendimiento de la Palabra. Seamos receptivos a la verdad de Dios, donde quiera que la encontremos, y tengamos el discernimiento espiritual para distinguir entre lo verdadero y lo falso.            “El que tiene oídos, que oiga” (Mateo 11:15).

(Traductora: Monica Hollerman)